miércoles, 10 de febrero de 2016

LACTANCIA MIXTA

...me viene a la mente este primer momento, y todos los que le sucedieron con respecto a la lactancia materna. 

...el olor a leche, el calor que desprendían, lo tranquilos y agusto que estaban enganchados a mí, lo saciados que se quedaban... 

La teta funcionaba para todo, y funcionaba muy bien. Comían cuando necesitaban, se calmaban cuando lo necesitaban, me miraban fijamente cuando lo necesitaban. Y yo les necesitaba a ellos así, dándome mucho amor, llenándose del mío. 

Una experiencia única y maravillosa: animal. 


Me considero una persona defensora de la crianza natural, entendiendo que la lactancia materna es la mejor opción para nuestrxs hijxs, no sólo nutricionalmente hablando, sino porque favorece ese vínculo madre-bebé tan importante y necesario en el puerperio.

En mi caso concreto, ya os conté en la entrada anterior, de qué forma tan bella comenzó nuestro camino por la lactancia materna. Sin embargo, echando la vista atrás, he de reconocer que fue una experiencia difícil para mí, aunque no por ello lo hubiera hecho de otra manera. Quizás debí buscar ayuda en una doula, pero estaba tan agotada día tras día que no me encontré con fuerzas. 

Deciros que mis hijos desde el primer momento tuvieron que tomar un aporte de biberón, ya que no se saciaban con el pecho y además tuvieron bajo peso. Imaginad la situación: ponerles a los dos a la vez era muy difícil, ya que no siempre se quedaban bien “enganchados” al pezón y si tenía las dos manos ocupadas, una con cada niño, no podía encargarme de colocarme al que se había desenganchado (que además lloraba desconsolado). Álex intentaba ayudarme, pero aun así era una experiencia posturalmente difícil.
Apostamos entonces por poner primero uno y luego al otro, y después de la teta, cada uno su biberón. Pasó lo evidente: el segundo bebé al que ponía al pecho, lloraba desconsolado mientras mamaba su hermano. Al final decidimos que Álex le diera un biberón mientras el otro tomaba el pecho y luego nos cambiábamos los niños. Tuvimos suerte y los bebés no se desengancharon del pecho a pesar de beber también con biberón (y además usaban chupete).

Ahora vamos a añadir el factor “tiempo”: tardaba unos 20 minutos en dar el pecho a cada uno, mas 10 de biberón, y los niños estuvieron los tres primeros meses (hasta que cogieron un peso aceptable y no eran tan demandantes) comiendo cada dos horas y media. Sí, habéis leído bien, cada dos horas y media. Podéis imaginar el sacrificio, el trabajo físico que nos costó seguir con la leche materna, aunque siempre merecía la pena emocionalmente hablando. Para mí era reconfortante y muy bonito.

Cuando los niños tenían 5 meses, Gael empezó a no querer comer teta, en cambio el biberón lo devoraba. Estuve luchando con él unos 15 días, intentando que siguiera comiendo teta, dejando los biberones en algunas tomas… pero nada, el pobre lloraba desesperado muerto de hambre, y teta no quería. Finalmente decidí dejar la lactancia materna con Gael. Héctor no tardó mucho en hacer lo mismo. Total, que a los seis meses se acabó la lactancia materna, y mentiría si no sentí pena y alivio a partes iguales.


A partir de los seis meses empezamos el BLW (baby led weaning), o alimentación complementaria a demanda, incorporando poco a poco nuevos alimentos (nunca en purés o triturados), y a día de hoy comen prácticamente de todo lo que comemos nosotros (sin azúcar, sal y otros alimentos prohibidos para niños de un año, por supuesto), pero ya os hablaré en otra ocasión de esto. 

S.

4 comentarios:

  1. Puff, qué parecidas nuestras vivencias. Yo también hice lactancia mixta muy a mi pesar, pero no tuve otra y también con BLW súper contenta. También come lo mismo que nosotros, pero sin sal. Intentamos que la alimentación sea lo más sana posible. Ahora que va a cumplir dos años es una pasada ver cómo come. Lo que más le gusta: la cuchara. ¡Y la pasta!

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  2. Yo creo que 6 meses es todo un mérito! Enhorabuena! La lactancia es muuuuy sacrificada. Yo con uno solo me pasaba el 50% del día dando teta muchas veces, así que no me puedo ni imaginar con dos! Eso sí, yo pasé absolutamente del BLW, no me llama nada de nada, y mi hijo a sus dos años come absolutamente de todo, él solito y estupendamente bien pese a haber comido purés, así que tampoco me arrepiento lo más mínimo. Ni se atraganta, ni se queja si hay hebras o trocitos en un puré (que le siguen encantando) ni le hace ascos a unas lentejas, un trozo de carne o unos macarrones. Es decir, come como nosotros sin tener que haber pasado por BLW, a veces, lo tradicional tampoco es tan malo!! jejeje! Un besito grande!

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  3. que tal, como os va todo?? Muchos besos!!!

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