Llegaste a casa un 2 de octubre, hace ya 5 meses. Recién destetada (a la fuerza por una vendedora sin escrúpulos), con la muerte de tu hermano acechando, y una posible enfermedad entre tus garritas.
Primera noche juntas, las dos solas. Mi primera sensación:TERROR.
Un miedo a la responsabilidad, a no saber hacerlo bien, a hacer de tí un pequeño monstruo peludo, a no volver a tener tiempo para mí...
En aquel momento supuse que esa sensación era parecida a lo que suponía tener un hijo, claro que sin haber tenido un proceso de acomodación y de "hacerse madre".
Los miedos se me quitaron de un soplido cuando vino el Sultán, se tumbó en el sofá y tú te quedaste dormida sobre su pecho.
A partir de esa noche todo fue mucho más fácil: más natural. Aprendimos una de la otra, a acoplarnos, a darnos nuestro espacio y a estar juntas en momentos cotidianos en los que no pensé que tener compañía animal podía llenar tanto...
Gracias a tí empecé a sentir de verdad lo que es tener una pequeña familia, creada por nosotros dos como "padres adoptivos", y es precioso darse cuenta de cómo hemos ido cada uno tomando un rol, cambiándolos de vez en cuando, para conseguir formar un equipo fuerte y equilibrado para tí...
Eso somos para tí, el sustento... el amor, las manos, los brazos que te acogen, que te enseñan... y digo yo, ¿acaso no es eso lo único que necesita un niño también?
S.
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