...me viene a la mente este primer momento, y todos los que le sucedieron con respecto a la lactancia materna.
...el olor a leche, el calor que desprendían, lo tranquilos y agusto que estaban enganchados a mí, lo saciados que se quedaban...
La teta funcionaba para todo, y funcionaba muy bien. Comían cuando necesitaban, se calmaban cuando lo necesitaban, me miraban fijamente cuando lo necesitaban. Y yo les necesitaba a ellos así, dándome mucho amor, llenándose del mío.
Una experiencia única y maravillosa: animal.
Me considero una persona defensora de la
crianza natural, entendiendo que la lactancia materna es la mejor opción para
nuestrxs hijxs, no sólo nutricionalmente hablando, sino porque favorece ese
vínculo madre-bebé tan importante y necesario en el puerperio.
En mi caso concreto, ya os conté en la
entrada anterior, de qué forma tan bella comenzó nuestro camino por la
lactancia materna. Sin embargo, echando la vista atrás, he de reconocer que fue una experiencia difícil para mí, aunque no por ello lo hubiera
hecho de otra manera. Quizás debí buscar ayuda en una doula, pero estaba tan agotada día tras día que no me encontré con fuerzas.
Deciros que mis hijos desde el primer
momento tuvieron que tomar un aporte de biberón, ya que no se saciaban con el
pecho y además tuvieron bajo peso. Imaginad la situación: ponerles a los dos a
la vez era muy difícil, ya que no siempre se quedaban bien “enganchados” al
pezón y si tenía las dos manos ocupadas, una con cada niño, no podía encargarme
de colocarme al que se había desenganchado (que además lloraba desconsolado).
Álex intentaba ayudarme, pero aun así era una experiencia posturalmente
difícil.
Apostamos entonces por poner primero uno y
luego al otro, y después de la teta, cada uno su biberón. Pasó lo evidente: el
segundo bebé al que ponía al pecho, lloraba desconsolado mientras mamaba su
hermano. Al final decidimos que Álex le diera un biberón mientras el otro
tomaba el pecho y luego nos cambiábamos los niños. Tuvimos suerte y los bebés
no se desengancharon del pecho a pesar de beber también con biberón (y además
usaban chupete).
Ahora vamos a añadir el factor “tiempo”:
tardaba unos 20 minutos en dar el pecho a cada uno, mas 10 de biberón, y los
niños estuvieron los tres primeros meses (hasta que cogieron un peso aceptable
y no eran tan demandantes) comiendo cada dos horas y media. Sí, habéis leído
bien, cada dos horas y media. Podéis imaginar el sacrificio, el trabajo físico
que nos costó seguir con la leche materna, aunque siempre merecía la pena
emocionalmente hablando. Para mí era reconfortante y muy bonito.
Cuando los niños tenían 5 meses, Gael
empezó a no querer comer teta, en cambio el biberón lo devoraba. Estuve
luchando con él unos 15 días, intentando que siguiera comiendo teta, dejando
los biberones en algunas tomas… pero nada, el pobre lloraba desesperado muerto
de hambre, y teta no quería. Finalmente decidí dejar la lactancia materna con
Gael. Héctor no tardó mucho en hacer lo mismo. Total, que a los seis meses se
acabó la lactancia materna, y mentiría si no sentí pena y alivio a partes
iguales.
A partir de los seis meses empezamos el BLW
(baby led weaning), o alimentación complementaria a demanda, incorporando poco
a poco nuevos alimentos (nunca en purés o triturados), y a día de hoy comen
prácticamente de todo lo que comemos nosotros (sin azúcar, sal y otros
alimentos prohibidos para niños de un año, por supuesto), pero ya os hablaré en
otra ocasión de esto.
S.
Seis meses está genial :)
ResponderEliminarBesos
Puff, qué parecidas nuestras vivencias. Yo también hice lactancia mixta muy a mi pesar, pero no tuve otra y también con BLW súper contenta. También come lo mismo que nosotros, pero sin sal. Intentamos que la alimentación sea lo más sana posible. Ahora que va a cumplir dos años es una pasada ver cómo come. Lo que más le gusta: la cuchara. ¡Y la pasta!
ResponderEliminarYo creo que 6 meses es todo un mérito! Enhorabuena! La lactancia es muuuuy sacrificada. Yo con uno solo me pasaba el 50% del día dando teta muchas veces, así que no me puedo ni imaginar con dos! Eso sí, yo pasé absolutamente del BLW, no me llama nada de nada, y mi hijo a sus dos años come absolutamente de todo, él solito y estupendamente bien pese a haber comido purés, así que tampoco me arrepiento lo más mínimo. Ni se atraganta, ni se queja si hay hebras o trocitos en un puré (que le siguen encantando) ni le hace ascos a unas lentejas, un trozo de carne o unos macarrones. Es decir, come como nosotros sin tener que haber pasado por BLW, a veces, lo tradicional tampoco es tan malo!! jejeje! Un besito grande!
ResponderEliminarque tal, como os va todo?? Muchos besos!!!
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