Miércoles 9 de abril de 2014.
10:00 Álex deja una muestra de semen en el laboratorio.
11:30 Llegamos los dos a la clínica para iniciar la Inseminación artificial.
La camilla preparada, la muestra lista, y en el mismo instante en el que iba a empezar a desnudarme de cintura para abajo, el médico nos enseña una pantalla de ordenador donde hay una comparativa de muestra de semen analizada en diciembre y la de esa misma mañana. Los resultados son desoladores: de 6'4 millones de espermatozoides pasamos a 3 millones, y de un 1% de ellos que tenían morfología normal, nos encontramos con un mísero 0'5%. Ante estos resultados, el médico nos dice que las probabilidades son muy, muy bajitas, prácticamente imposible un embarazo. Sin embargo, como ya está todo preparado, pagado y demás, me inseminan.
En ese momento no siento nada, ni dolor, ni molestia, ni nada. Estoy fría. Mi corazón late deprisa, empiezo a estar incómoda, quiero llorar.
Volvemos a sentarnos en la mesa frente al doctor, y nos indica que es tontería continuar con otra inseminación artificial, que vamos a ir directamente a fecundación in vitro con este panorama...
No hay razones por las que el semen haya perdido calidad, simplemente ocurre y punto.
Me pongo a llorar y ya no paro hasta que salimos de la clínica. Mi pareja tiene una pequeña gran crisis de culpabilidad, y por más cosas que le diga, ha tardado un par de días en "recuperarse".
Éste es el camino, el arduo camino que estamos recorriendo hasta llegar a ser padres.
Esperemos que pronto vuelva la buena suerte a nuestro lado.
S.
PD: Por cierto, la foto que pongo es para que veáis una nueva técnica de scrapbooking que estoy haciendo: envejecer fotos... creo que ha quedado bastante mona, ¿verdad?... en eso me entretengo, porque estudiar es imposible. Besos a todxs.
Paso a conocer tu blog. Me encuentro con esta noticia difícil. Ánimos, debe ser duro. Me quedo por aquí a acompañarles en el camino. Un abrazo
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